Esta consulta de los padres es casi universal, altamente frecuente y al iniciar una evaluación al niño que no quiere comer, en ausencia de enfermedad orgánica evidente, es necesario aclarar si el niño no come cantidades adecuadas en relación a las recomendaciones para edad, sexo y actividad física, o no come «todo lo que la madre o persona al cuidado del niño quiere que coma», o si es un rechazo selectivo, si está asociado a retraso de crecimiento o a signos de desnutrición. En el caso del menor de 6 meses se debe pensar primero en patología orgánica por la corta edad.
Como segundo paso debe evaluarse las causas que llevaron a un trastorno de la conducta alimentaría, las que son complejas y pueden estar relacionadas con numerosos estímulos tanto internos como externos, siendo estos últimos generalmente los más relevantes. Los desórdenes en el comer son además un lenguaje alternativo del niño, de expresar lo que siente por lo que es importante reconcer la causa de inapetencia y al alimentar al niño practicar siempre la alimentación perceptiva.
Por lo tanto qué actitud dedemos tomar ante un niño inapetente?
- No forzar a comer! con esto solo podemos ocasionar neofobia alimentaria y empeorar el cuadro, siempre es necesaria una valoración por parte del pediatra para conocer su estado de salud.
- Si la inapetencia coincide con una enfermedad aguda leve (faringitis, infección respiratoria, etc), se espera a que el niño recupere espontáneamente el apetito una vez superada la enfermedad.
- Si la causa es algún acontecimiento social o familiar, hay que pensar que esta conducta puede ser para llamar la atención; pero puede también ser síntoma de un bajo estado de ánimo ante el cual los padres recurrirán al consejo profesional.
- En caso de producirse un proceso de aprendizaje inadecuado de los hábitos de alimentación, tenemos que tener en cuenta que la actitud de los hijos depende, en buena parte, de la actitud que adopten los padres. El modelo de conducta que asuma será el que la familia le ofrece.